miércoles, 27 de enero de 2016

Despedida

Me voy de este lindo lugar, tal vez para no volver, y quizás deje en ellos los más bonitos recuerdos de mi vida. Este fue el escenario y el hilo que conecto mucho más mi vida con Dios. Recuerdo la primera semana llorando y muriendo de frío, recuerdo también cómo Dios me envió muchos baluartes que me cuidaron y protegieron en mis más duros momentos, devolviéndome la esperanza  y alegría que en algún momento perdí al sentir que me habían quitado todo lo que más quería y también cómo Dios me mostró su perdón y misericordia perdonando mis pecados. Me hizo su servidora en el Altar y siempre en la liturgia me cuestionaba el por qué me había elegido, luego me di cuenta que Dios no elige a hombres perfectos para hacer su obra, sino a los que más necesitan de su Amor. En ese entonces, a pesar de la soledad física me sentía tan acompañada y feliz, dichosa como nunca mirando el lindo cielo u orando con mis hermanitas bellas, esas que Dios me regalo en un bello milagro un 15 de mayo del 2015 en un hospital, y con mi guía espiritual con el que aprendí muchas cosas.

He conocido también muchas personas que quizás me han decepcionado o lastimado, quizás, sin querer por eso estos últimos meses habían sido un calvario diario teniendo que soportar tanta indiferencia y maldad que a veces nace de corazones buenos pero que no saben lo que hacen. Además, muchas personas me han conocido y han visto en mí a un ejemplo a seguir. Por eso solo agradezco a Dios, porque de lo bueno y malo estoy aprendiendo algo que me ayuda a ser una mejor hija tuya.

Me voy y aunque el corazón duela y se rompa en mil pedazos porque dejaré a mis lindas hermanas, mi guía espiritual y escasos amigos que puedo contar con los dedos de una mano. Sé que hay nuevos planes y proyectos que realizar para crecer profesional y personalmente, sin contar que tengo una familia que espera con los brazos abiertos por mí. 

Señor, solo dame la fortaleza para continuar con tus planes y entender que aunque no todo sea tal y como lo pensé, es lo mejor para mi. Virgen, Madre mía, acógeme en tu regazo y no dejes que mi corazón confundido caiga en desesperación.

Adiós mi bella Perla de los Andes.
Se va tu dulce fragilidad a hacerse más fuerte.

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