Parecías ser el mismo de hace dos años, tus labios rojos hablándome, tus ojos mirándome fijamente y mi corazón obnubilado con tus palabras. No sabía cómo mantener la mirada en tus ojos, del color de mi café favorito, quería abrazarte y decirte que seguía queriéndote como aquella vez en que nos encontramos por segunda vez. Pero no, aún mantenías sus recuerdos, aún me comparabas y me hablabas largamente de ella y con tus palabras me hacías sentir tan pequeña, mucho más de lo que soy al lado tuyo. Son varias veces que intento rechazar un abrazo tuyo, pero no puedo, los segundos en que me abrazas siento que me derrito en tu piel.
Quizás el que espera mi corazón es otro, más bello y más paciente. No puedo ser como ella, no anhelo serlo y en verdad lo siento por ti. Estoy aprendiendo a ser feliz con mis pequeñeces, porque en cada una de ellas están arraigadas mis ganas de crecer, de ser diferente a ella. Si lo supiera todo, no lo hubiera conocido en mis errores. No sé si algún día ella vuelva a tu lado, lo que si sé es que yo ya no sueño contigo mi hombre "perfecto".
Figurita repetida no llena álbum.
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